El Cerebro Crece Disfrutamos Y Aprendemos Mas

05/10/2015
El cerebro crece, disfrutamos y aprendemos mas

Estudios recientes han demostrado que el cerebro es como un músculo; cuanto más lo uses más fuerte será. La mejor forma de ejercitarlo no es haciendo cosas fáciles. Lo que realmente ayuda al cerebro es cuando te esfuerzas por hacer las cosas. El cerebro no crece más al contestar una pregunta o realizar algo correctamente sino al contestar o hacer algo incorrectamente. ¿Por qué? Porque si me enfrento a esos momentos de frustración y busco resolver el problema o mejorar en la respuesta, será cuando más estaré creciendo. Tendré un cerebro más poderoso y más inteligente. El cerebro crece, se hace más fuerte y se forman conexiones nuevas cuando te esfuerzas. (Sal Khan; fundador de Khan Academy).

Una “Mentalidad desarrollada” (Carol Dweck, profesora de psicología de Stanford) se pone en práctica cuando creemos que las habilidades pueden ser desarrolladas y mejoradas. Si nos comprometemos en los procesos de aprendizaje los buenos resultados y mejoras serán consecuencias naturales.

Cuando como entrenadores, profesores o padres elogiamos el proceso en el que los jóvenes se involucran; sus buenos hábitos de trabajo, sus estrategias de aprendizaje, sus ideas, su enfoque, su perseverancia, su responsabilidad, su interés por aprender, entonces los jóvenes comprenden y aprenden que esos son los ingredientes para el éxito. El cerebro se desarrolla cuando ante una respuesta incorrecta, cuando he cometido errores, reflexiono, trabajo para superarlos y trato de encontrar la respuesta correcta. Es entonces cuando se forman realmente, físicamente, nuevas conexiones neuronales. El cerebro crece.

“El éxito llega a través del esfuerzo” (John Legend, cantante). Los grandes no son los que nunca fracasan, son los que aprenden de sus fallos, siguen intentándolo, son persistentes y tenaces. El éxito no es ascender o ganar, el verdadero éxito está en ser consciente de lo que hacemos, de que los fracasos son algo inherente a la condición humana y que son escalones imprescindibles, junto con la reflexión y el esfuerzo, en el crecimiento personal y colectivo. Cuando se es muy joven a veces no sabes que uno puede mejorar sus habilidades. Con el paso de los años muchos llegamos a darnos cuenta de que había una barrera que no podíamos superar para mejorar, a menos que nos pusiéramos a estudiar, a practicar o trabajar con un buen profesor, con un buen entrenador.

¿Cómo lo podemos aplicar al deporte, al fútbol?

Enseñando cómo funciona el cerebro. Explicar a los entrenadores y jugadores de cualquier edad que el cerebro es muy plástico y que nos permite un aprendizaje continuo y cada vez más complejo. Que somos capaces de generar nuevas neuronas o que las sinapsis se pueden fortalecer al aprender algo nuevo.

Asumiendo el error con naturalidad. El error forma parte del proceso de aprendizaje. Es nuestra obligación crear un clima emocional seguro en el que todos nos equivocamos, rectificamos, analizamos y aprendemos. No coartemos la creatividad de los jugadores.

Elogiando el esfuerzo. Estamos acostumbrados a la idea de que si eres talentoso en algo es para siempre y no es cierto, puedes mejorar en muchas cosas, puedes crecer. Incluso las personas con un talento innato necesitan ir más allá de ese talento básico que tienen; cultivarlo y trabajarlo. Es indudable que para llegar a ser Einstein, Mozart, Ronaldo, Marta Vieira o Messi han de existir unos condicionamientos genéticos, pero sin un enorme esfuerzo no hubieran podido ser quienes fueron o son. El verdadero éxito radica en la mejora personal, no en la constante comparativa con los demás. Cada persona es única porque su cerebro es único. Elogiemos por el esfuerzo y no por la capacidad

Generando expectativas y retos positivos. Si animamos y estimulamos los jugadores aumentarán su rendimiento. Si no somos capaces de desligarnos de la dictadura ejercida por los resultados deportivos, los jugadores no disfrutan del proceso y no se centran en lo verdaderamente importante: el aprendizaje. Conforme el jugador adquiera confianza y seguridad en si mismo, dispondrá de más estrategias para afrontar tareas de mayor dificultad.

Convencernos de que lo importante es el proceso, el entrenamiento. Hay que disfrutar y divertirse con lo que hacemos. Pero para ello, hay que preparar los entrenamientos (saber lo que queremos), emplear una metodología activa y participativa (pocas pausas, breves explicaciones, todos están activos), exigencia máxima (concentración y atención en lo que hacemos), útil (entrenar aquello que nos sirva para mejorar) y cercano a la realidad (lo más parecido a la competición).

Empleando el feedback durante el proceso de aprendizaje. Tanto para el entrenador (saber que piensa el jugador y conocer la opinión de sus compañeros entrenadores sobre su trabajo), como para el jugador (es muy importante que sepa lo que piensa el entrenador de su aprendizaje)

En definitiva, lo que más desarrolla nuestro cerebro son los procesos, o sea lo que hacemos para resolver el problema. La creencia de que es posible desarrollar nuestras capacidades nos permite afrontar mejor los desafíos del deporte y de la vida cotidiana. Permite a los deportistas mejorar sus resultados y su aprendizaje. En este proceso resulta fundamental, por un lado, conocer cómo funciona el cerebro humano y, por otro, es esencial crear un clima emocional seguro donde las expectativas de los deportistas y de los entrenadores sean siempre positivas. Sin olvidar la importancia de generar la colaboración de todos los miembros de la comunidad: directivos, entrenadores, familias y jugadores.

Esforcémonos en mejorar; en asimilar el error, el fracaso y la derrota y en buscar una solución a los problemas planteados, a través del esfuerzo, la tenacidad, el estudio y la práctica consciente. Ese es el camino para conseguir lo que queremos. Aprender es un acto de amor y libertad. Ayudemos a nuestros hijos y jugadores a descubrirlo. No desaprovechemos las enormes posibilidades de mejora que nos permite nuestro cerebro. El esfuerzo vale la pena.

Julián Colmenarejo Llorente

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