Pan Y Gasolina

1er Equipo


26/10/2015
Pan y gasolina

1ER EQUIPO - Real Aranjuez C.F. A


Resultado: 1 - 0

Fecha: 25/10/2015

Hora: 11:30

Estadio: Colmenar Viejo - Alberto Ruiz (Ha)

Tres puntos de oro para un Aficionado B que supo manejarse en un áspero partido frente al siempre competitivo Real Aranjuez, rentabilizando al máximo el solitario gol de Anto al inicio del choque.

- Y el rotulador rojo?

Fueron las palabras de Eli a uno de los integrantes del cuerpo técnico dentro de las entrañas del Alberto Ruiz aquel domingo 25 de Octubre de 2015 a eso de las dos menos veinticinco de la tarde. Atrás quedaban ya los esfuerzos y sudores de los quince elegidos para saltar al campo a disputar este choque frente a todo un histórico del futbol madrileño como el Real Aranjuez, un equipo que sirvió de perfecto reflejo de una de las características que ya comenzaban a "asomar la patita" respecto a aquel grupo dos de la Preferente Madrileña: el que se pensara que la clasificación reflejaba algo más que la pura estadística, estaría con perdón, bien jodido. No podía tomarse la clasificación como un índice de competitividad, ni de calidad futbolística, independientemente de las propuestas de juego que cada competidor llevase a cabo. Y la mejor muestra la habían llevado los ribereños aquel domingo al Alberto Ruiz, mostrándose como un equipo competitivo hasta la médula, convencido de su modelo de juego y que no dejó de insistir hasta los tres pitidos finales del colegiado. 

Y eso que el Colmenar logró ponerle las cosas complicadas desde prácticamente el inicio del choque. Si bien los diez primeros minutos habían sido de tanteo entre ambos conjuntos, el Colmenar lograría romper el hielo de las tablas en el marcador. Castillo controló el esférico en mitad de su propio campo y fue dejando un reguero de jerarquía mientras superaba líneas rivales hasta la zona de tres cuartos, donde la jugada llegó al punto de la pausa dramática por un robo del rival. Pero, con un esfuerzo inmediato liderado por Guillaume acabó devolviendo el esférico a los franjirrojos. Llegó el balón a Adrián, quien advirtió el desmarque de un Anto que como dijo un sabio, llevaba dos semanas en el punto justo de ficharle para el Comunio. Y Anto no solo dejó atrás a su defensor, sino a las dudas del que sufre una lesión en pretemporada, a los dolores físicos, a los ratos de camilla y a los miedos. Porque como bien había indicado el mejor tenista del mundo en aquellos días, todo el mundo tiene miedos. Y Anto los batió, de la misma manera que batió al guardameta arancetano, con seriedad. Pero con alegría. La misma receta con la que sus compañeros habían trabajado todos esos conceptos que acabaron suponiendo el gol. Para aquello servía entrenar bien.

El encuentro continuó, no obstante, alejado de lo que le interesaba al conjunto local. Sin un claro dominador ni del balón, ni del espacio, ni del tiempo, la primera parte comenzó a probar la capacidad cardíaca de cada ser humano asistente aquella mañana al coliseo colmenareño. La primera mitad vivió oportunidades en las dos áreas, en un choque que a falta de destellos corales o individuales, ganaba peso por momentos en cuanto a intensidad. 

Tras la reanudación, el panorama no cambió en exceso para el equipo serrano, cada vez más consciente de la necesidad de aparcar el violín para otros días para achicar aguas donde hiciese falta ante el empuje de un visitante que cada vez asumía más riesgos. Y ocurrió que más por empeño y tesón, resiliencia lo llaman algunos, que por argumentos técnico-tácticos no hubo ni un solo colmenareño que se escondiera, ni los titulares de aquel día ni los que fueron apareciendo sobre el césped. Estos últimos, Cereijo, Vivi, Eric y el debutante Eme (bienvenido!) interpretaron el partido desde el primer minuto de su incorporación al verde, cosa complicádisima. Si ya es complicado subir a un patinete de esos de la playa desde el agua, imagínense a un tren en marcha. 

Los minutos transcurrían y llegaron los momentos de la épica. Y en los momentos de la épica el fútbol se vive en las áreas. Al filo. Y al filo apareció Pablo. Quien tras una dubitativa primera parte hizo suya una de las pocas frases futboleras que se le recordaban a un mito llamado Bob Marley "La libertad. El fútbol es la libertad". Y desde la libertad del que supera las dudas, multiplicó sus más de 190 centímetros las veces que hicieron falta para que el marcador visitante no se moviera, haciendo bueno el sudor de todos y cada uno de sus compañeros (hasta la sangre en el caso de Isma) y las taquicardias de los once del campo, los compañeros del banquillo o la grada, y a la afición local, hasta que se produjeron los tres pitidos finales.

Pero ya eran las dos menos veinticinco de aquel mismo día. Y mientras ambos entrenadores respondían a la prensa, apareció el rotulador rojo. Cuando Eli entró en el vestuario, varios técnicos locales hablaban sobre el partido. Hasta que un estallido de alegría atronó en las entrañas del estadio y cortó la conversación.

Un estallido que no sonó a pan para hoy y hambre para mañana. Sino un estallido que sonó a haber conseguido pan en forma de puntos, y gasolina para seguir trabajando en ser, cada día, mejor equipo.

Dejaron el violín para ponerse el mono de trabajo: Pablo, Isma, Víctor, Dani (Cereijo), Maillo, Castillo, Anto (Eric), Nevado, Guillaume, Jorge (Eme), y Adri (Vivi).

CARGANDO... POR FAVOR ESPERE