El Primer Equipo del Colmenar demostró su maestría y su firme propósito de victoria en un desafiante terreno en Robledo. Este campo, conocido por su impresionante paisaje y sus particulares dificultades técnicas, se transformó en el escenario perfecto para que nuestros jugadores desplegaran un fútbol de alta calidad. Desde el pitido inicial, el equipo adoptó una postura dominante, controlando el ritmo del juego y mostrando una superioridad táctica que descolocó al equipo local. La habilidad para mantener la posesión y dictar el tempo del encuentro fue crucial para establecer el tono del partido.
La clave de nuestro éxito radicó en la excepcional circulación de balón. La precisión en los pases y la inteligencia espacial de nuestros jugadores permitieron abrir huecos en la defensa contraria, facilitando así la creación de oportunidades claras de gol. Este enfoque estratégico no solo exhaustó física y mentalmente al rival, sino que también preparó el escenario para el desenlace del primer tiempo. El gol de Zaragoza llegó como un clímax anticipado, justo antes del descanso, cuando aprovechó un momento de desequilibrio en la defensa adversaria para colocar el balón en el fondo de la red, dejando al Robledo sin respuesta y al Colmenar con una ventaja merecida al medio tiempo.
Con el reinicio del juego, el Colmenar no dio muestra alguna de complacencia. Al contrario, con el marcador a favor, el equipo intensificó su enfoque ofensivo. La segunda parte se caracterizó por un juego aún más enfocado y agresivo, buscando ampliar la ventaja y asegurar el control total del partido. La persistencia se materializó en el segundo gol, fruto de una jugada colectiva de libro que culminó Porre. Esta anotación no solo reflejó la sinergia entre los jugadores, sino que también destacó la capacidad del equipo para convertir el dominio en resultados concretos, un testimonio del trabajo en equipo y la planificación táctica.
El papel del banquillo fue, sin duda, un factor determinante en la amplitud del triunfo. Los jugadores que entraron en la segunda mitad aportaron frescura y nuevas dinámicas al juego, lo que se tradujo en continuas dificultades para el equipo local. Roldán, entrando desde el banquillo, puso la guinda al pastel con un gol que no solo cerró el marcador, sino que también evidenció la profundidad y versatilidad del plantel. Este tercer gol fue la culminación de un esfuerzo colectivo y la demostración de que el Colmenar no solo buscaba ganar, sino dominar y convencer.
Los goles de Zaragoza, Porre y Roldán reflejan una tarde donde la eficacia ofensiva del equipo fue simplemente impecable. Entre los jugadores destacados, Zaragoza e Isma sobresalieron no solo por su contribución en el marcador, sino también por su liderazgo y entrega en el campo.
Este triunfo en un terreno complicado no solo suma tres puntos más en la tabla, sino que también refuerza la confianza y el espíritu del equipo. El Primer Equipo del Colmenar continúa mostrando su capacidad para enfrentar desafíos y superarlos con determinación y clase.
